Tres versiones distintas de lo que debe ser una misma leyenda cuentan el origen de la Capilla del Cristo del Pozo de Zafra, un cristo poco conocido en la ciudad y del que prácticamente sólo sabe de su existencia la vecindad de los alrededores.
Una versión de esta leyenda cuenta que en 1.787 en el portal nº 9 de la calle Pozo, vivía un judeoconverso (persona judía convertida al cristianismo), que para evitar rumores sobre su confesión religiosa había decidido construir en su casa una hornacina y un altar, además en el dintel de la entrada había colocado el símbolo del Ave María. El 24 de septiembre de ese año (1.787) cuando este señor iba a sacar agua del pozo que tenía en el patio, vio flotando la imagen de un Crucificado. Consternado por tal visión avisó al vecindario y a la clerecía. Asombrados los presentes, la talla del crucificado fue extraída por los religiosos con una escarpia y el obispo de Badajoz resolvió que se expusiese a la devoción en la iglesia o en las inmediaciones del pozo, esta escarpia aún cuelga hoy como testigo junto a la imagen.
No se conoce el año exacto, cuentan que podría haber ocurrido entre finales del siglo XV y el XVII, esta otra versión de la leyenda que nos ha llegado por vía oral cuenta que la familia que vivía en la casa donde actualmente se ubica la capilla del cristo, y durante la limpieza del pozo que tenían en el patio, se encontró la imagen de un Cristo. Al encontrarlo fueron a avisar al párroco de la Iglesia del Rosario quien creyó conveniente trasladarlo al templo, pero al día siguiente el Cristo desapareció de la iglesia y fue encontrado en la puerta de la casa donde fue hallado por primera vez, el sacerdote pensando que había sido obra de algún gracioso lo volvió a trasladar al templo, pero el día siguiente volvió a ocurrir lo mismo, y así hasta tres veces seguidas. Al final, comprendiendo párroco que aquel era el lugar que la imagen había elegido para quedarse decidió dejarla en aquella casa.
Por último, una tercera variante cuenta que, durante la Guerra Civil, cuando los republicanos tomaron la ciudad, un grupo de vecinos de la calle Pozo, intentando evitar la profanación de esta talla, la escondió en el pozo de una de las viviendas de la calle. Un tiempo más tarde habiendo olvidado que había sido ocultada allí, apareció al abrir el pozo para instalar una bomba de agua, el cristo fue acogido por una vecina de la calle, la cuál cedió un trozo de su casa para construirle una pequeña capilla, aún existente.
Versiones distintas de lo que podría ser una única leyenda, el caso es que embutida en una de las casas de la calle, se encuentra esta modesta capilla que apenas supera el metro cuadrado en planta, se encuentra cubierta con una bóveda de arista, tiene en su frente el altar con el retablo y, a la izquierda, un nicho en el que se colocaba la lámpara que lo iluminaba. El crucificado es una talla policromada de regusto manierista y destinado a la devoción doméstica. Este Cristo hace años recibía ofrendas de aceite y velas y, aunque jamás fue procesionado, se llegaron a celebrar veladas en su honor.
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