El Poltergeist de Logrosán

El 2 de octubre de 1982 comenzaron a producirse en la localidad cacereña de Logrosán una serie de extraños fenómenos que terminaron desembocando en lo que se conoce como el Poltergeist de Logrosan, uno de los poltergeist más impactantes sucedidos en España.

En la calle Teatro de esta localidad, vivía desde no hacía mucho, la familia San Román, compuesta por María San Román, de 80 años, su hijo Ulpiano, de 49 años y su nieto y sobrino respectivo Andrés de 13.

La tarde de aquel domingo de octubre, comenzaron a experimentarse extraños fenómenos en el interior de la vivienda: estando María sola en casa escuchó un enorme estruendo que fue producido por la caída al suelo de las la cortinas de una habitación, volvió a colgarlas pero el suceso se volvió a repetir produciendo un estruendo aún mayor, no empezó a preocuparse demasiado María hasta que vio como los cuadros de la estancia en la que se encontraba caían todos al suelo, parecía como si se hubiesen descolgado todos a la vez.

En plena paranoia entró en casa su nieto Andrés, al que la abuela instó para que fuera a buscar al bar a su tío Ulpiano, éste no dando crédito de lo que le contaba su sobrino y acudió veloz pudiendo comprobar a su llegada con sus propios ojos los extraños acontecimientos que aún se estaban manifestando.

Los extraños fenómenos no quedaron ahí, unas semanas más tarde y a plena luz del día un albañil que se encontraba realizando reformas en la casa quedó atónico al ver como un saco de yeso comenzó misteriosamente a arder, tras sofocar el pequeño incendio continuó con sus labores hasta que oyó unos fuertes golpes que provenían de la mesa que tenía detrás suya, al girarse vio como la paleta que había dejado allí se deslizaba sola hasta el borde la mesa, a lo que en un arrojo de valentía la agarró volviéndola a colocar en el centro. A los pocos minutos, cuando continuaba con su faena oyó un golpe y pudo ver la herramienta en el suelo, haciendo un ejercicio de memoria recordó perfectamente como había dejado la paleta en el centro de la mesa, asustado, salió corriendo de la casa dejando herramientas y materiales allí, jamás volvió a finalizar el trabajo.

A estas alturas la casa de los San Román era ya famosa en el pueblo, Don Evaldo, el abogado del pueblo, incrédulo con el asunto, quiso comprobar de primera mano lo que allí estaba sucediendo y certificar que aquello no se correspondía con unas malas interpretaciones, el letrado salió pálido de la casa tras observar como una sandía salía despedida del plato estrellándose contra el suelo.

En unos días, Logrosán se vio desbordada por periodistas y estudiosos de los fenómenos paranormales, un equipo de parapsicólogos que llegó al pueblo pudo certificar la autenticidad de los hechos. Mientras tanto jarras, botellas y demás enseres de cocina continuaban volando y estrellándose contra el suelo, tomates que se estampaban contra las paredes o jamones que se incendiaban por combustión espontánea, a todo esto, se sumaron unas siniestras sombras que recorrían las paredes de la vivienda.

La familia no podía explicarse a que podrían deberse tales fenómenos, sin embargo observando con detenimiento se dieron cuenta que había dos objetos que siempre se habían mantenidos inalterados, eran el retrato de su difunto marido José Sánchez y la imagen de la Virgen de Guadalupe. Haciendo memoria María recordó que José había mencionado en alguna ocasión una promesa que tenía que cumplir con la Virgen de Guadalupe, pero desconocía el motivo ni de que promesa se trataba.

La familia fue a Guadalupe donde encargo una misa en memoria del marido, pero los fenómenos paranormales no cesaron, vivir en la casa cada vez se antojaba más angustioso, María se intentaba comunicar con las sombras sin éxito y su hijo Ulpiano no dormía.

Sin encontrar explicación racional para tales hechos se barajó la posibilidad que fuera la mente de Andrés la que produjese tales fenómenos, todos recordaban como muchos de los objetos que volaban acababan estrellándose junto a los pies del adolescente, jamás hacia otra persona, algunos parapsicólogos han afirmado que en ocasiones los jóvenes son verdaderos agentes generadores de este tipo de actividad, la energía y el potencial que poseen en esta etapa de la vida mal canalizado puede desembocar en ello.

Nunca se pudo confirmar que la mente de Andrés fuera la generadora de estos fenómenos, el caso es que el joven se mudó a vivir con sus padres al cortijo en el que trabajaban y con la salida del adolescente de la casa cesó la actividad paranormal.

Fuente: Cuarto Milenio
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