Cuanta la leyenda que existía un anciano preso por el Santo Oficio en Navaconcejo. Este hombre recibía periódicamente la visita de su hija, la cual era cacheada al entrar en la Casa de la Inquisición para que no introdujese alimentos de forma furtiva.
A pesar de eso el anciano se mantenía lozano mientras el resto languidecía. Los vigilantes al investigar descubren que su hija, le da el pecho nutriéndolo así con su propia leche.
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