A mediados del siglo XVII en Zafra vivió una hermosa y valiente joven de origen humilde. Leonarda, a sus 15 años de edad se encontraba enamorada de Don Alonso, un apuesto mozo de la cercana villa de Atalaya y con el que mantenía esporádicos encuentros furtivos. Pero el joven no era del agrado de los padres de Leonarda y éstos le tenían concertado su casamiento con uno de los más ricos mercaderes que existían entonces en la ciudad de Zafra. A pesar de los desprecios de Leonarda hacia el mercader, éste no se daba por vencido y planeó deshacerse de su rival matando al joven Alonso.
Antes de que el mercader pudiera ejecutar su plan, y al enterarse Leonarda de sus propósitos, una noche, vestida de hombre salió a caballo, en busca del comerciante, al encontrarlo, de dos tiros terminó con su vida.
Tras el asesinato del mercader, Leonarda tuvo que huir de la ciudad, decidió conservar su disfraz de hombre ocultando así su verdadero sexo, y partió hacía Llerena donde encontró trabajo en casa de otro comerciante, allí la esposa del éste se enamoró locamente de ella pensando que era un bello mozo, llegando incluso una noche a colarse en su alcoba. Pero esa noche la mujer del comerciante descubrió el verdadero sexo de Leonarda y tuvo que huir del pueblo para evitar problemas.
En esta ocasión puso rumbo a Badajoz, allí y sin abandonar su vestimenta masculina se unió a una compañía de soldados ingleses que por entonces acompañaban al Príncipe Don Juan José de Austria en la Guerra contra Portugal. Batalló durante años como un soldado más hasta que tras un largo periodo de tiempo las tropas inglesas se tuvieron que desplazar a Zafra.
En su pueblo natal y como era costumbre los soldados se alojaron en casa de los vecinos y Leonarda tuvo hospedaje precisamente en la casa de sus padres. Su madre la reconoció cierto día que se encontraban sentados en la mesa, bastó con mirarla a los ojos. Al verse descubierta preguntó por su antiguo amado, pero Don Alonso desengañado por su ausencia había ingresado años atrás como fraile en un convento.
Leonarda, desilusionada, decidió abandonar el ejército e ingresó como religiosa en el Convento de Santa Clara de Zafra. Su internamiento en el monasterio fue apoteósico, sus propios compañeros de milicia la acompañaron entre estruendosas salvas de tiros y descargas.
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