Este lugar no es precisamente un lugar abandonado muy misterioso, pero si un sitio oculto bastante interesante, hablamos de la galería subterránea del acueducto Rabo de Buey – San Lázaro situada en Emérita Augusta (Mérida).
En ocasiones asociamos acueducto únicamente a los puentes o arquerías de la obra, pues son la parte más visible y conocida de la propia estructura. Pero lo cierto es que los romanos preferían siempre que fuera posible que el agua, que estaba destinada al consumo humano fluyese a través de canales cerrados al exterior, como subterráneos o abovedados a ras de suelo. Así evitaban la contaminación del agua y la tierra funcionaba como aislante térmico, manteniendo el agua fresca y libre de agentes patógenos.
Antes de centrarnos en el acueducto en cuestión, recordemos como era abastecida Emérita Augusta de agua. Tres o cuatro (según últimas investigaciones) acueductos surtían de agua a la capital lusitana. Actualmente se conoce con bastante precisión que abastecían a la ciudad el acueducto de Cornalvo, que traía el agua desde el embalse romano del mismo nombre y sus manantiales; el acueducto de los Milagros, que transportaba el agua desde el embalse de Proserpina y el acueducto de Rabo de Buey, de 5 km de longitud, que recogía el agua de manantiales y aguas subterráneas a unos 4 Km. al norte y noreste de la ciudad.
El acueducto de Rabo de Buey toma su nombre de un depósito de agua situado en el cerro Rabo de Buey y de una ermita dedicada a San Lázaro en el barrio de la Paz. El depósito era el lugar donde llegaba el agua recogida, decantándose y realizándose allí las labores de limpieza. La ermita de San Lázaro fue construida en el en el siglo XVI y derribada a mediados del siglo XX. Ambas construcciones se encuentran desaparecidas.
Sobre la construcción del Acueducto existen diversas hipótesis, unos lo fechan en época de Augusto, cuando fue fundada la ciudad, otros creen que dataría de mediados del siglo I y finalmente hay expertos que hablan del periodo de anarquía militar o de “los Severos” como época en la que fuera construido. No obstante, por los materiales usados en su construcción se cree que podría haber sido construido en diversas fases.
La infraestructura del acueducto está compuesta por una conducción subterránea y la arquería que salvaba el valle del Albarregas para entrar en la ciudad. La conducción subterránea de unos 4 km se encuentra en bastante buen estado pero de la arquería solamente quedan en pie tres pilares próximos al circo romano.
Los pilares que podemos observar hoy día son diferentes en sus proporciones y están realizados con sillería de granito y ladrillo. Se encuentran unidos a través de dos arcos de medio punto realizados a base de bellas dovelas de granito y reforzados por tres contrafuertes. La altura máxima de estos pilares que se conservan es de 14,97 metros y la longitud que tendría en su momento sería de unos 1.600 metros. Fue la arquería de acueducto más larga de la Colonia.
Desde estos pilares, el agua seguiría su curso hasta la ciudad, llegando en un primer momento cerca de la Casa del Anfiteatro donde se dividiría en dos ramales. Un ramal se dirigiría hacia la zona del Teatro y el Anfiteatro y el otro ramal tomaría dirección hacia el centro de la ciudad, seguramente hacia el foro.
Pero si existe una parte realmente interesante de este acueducto esa es su obra oculta, la galería subterránea de 4.028 metros de longitud. Este pasadizo, por el que discurría suavemente el agua se encuentra cubierto en todo su trayecto, en ocasiones se nos presenta subterráneo y en otras (ya cerca de la ciudad) más superficial, quedando a la vista su estructura. La galería subterránea se encuentra construida en mampostería, las bóvedas están realizadas en sillarejo y son de medio cañón. El subterráneo comienza al norte de la ciudad con una altura de unos 5 metros, hasta llegar a un mínimo de 70 centímetros ya cerca de Mérida. El llamado specus, el canal en sí, tiene una anchura aproximada de entre 60 y 80 centímetros y existen en él numerosos cortes rectangulares en su recorrido con el fin de recoger los sedimentos del agua. El corredor subterráneo dispone, a intervalos regulares, de un total de 99 pozos o salidas externas, unas cumplen la función de ventilación y otras eran utilizadas para realizar labores de limpieza y mantenimiento. Para realizar esta última labor existen cuatro aberturas de mayor tamaño que cuentan con unas escaleras internas que dan acceso a la galería y canal. Excepto un acceso, el resto de entradas se encuentran cerradas con losas de granito.
En el siglo XVI, reutilizando los sillares de la arquería del acueducto romano se construyó otro del que se conserva un mayor tramo, por lo que el romano fue prácticamente destruido.
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