La presencia de los judíos en Plasencia está constatada desde 1189, en el Fuero otorgado por Alfonso VIII existen claras referencias a la población hebrea. En él se menciona la existencia de una judería con una gran sinagoga en la parte alta de la ciudad, en la Mota, al abrigo del alcázar y de la poderosa muralla placentina, este fue su primer emplazamiento.
A comienzos del siglo XV la duquesa de Arévalo, doña Leonor de Pimentel, esposa de don Álvaro de Zúñiga, conde de Plasencia, decidió a construir en este lugar un convento dedicado a San Vicente Ferrer, como agradecimiento por la curación de su hijo, Juan de Zúñiga y Pimentel. De este modo se expropió el conjunto de la sinagoga, las casas judías y cristianas de la Mota para ampliar las dependencias de su palacio (actual Palacio de Mirabel) y del convento de San Vicente Ferrer (actual Parador de Turismo).
Como consecuencia de la expropiación los judíos buscan otros asentamientos, que no serán más que sectores donde compartían vecindad con los cristianos. Los nuevos emplazamientos de la llamada judería nueva son las rúas Zapatería y Trujillo, el actual entorno de la Plaza Mayor y el Palacio de los Carvajal donde se encontraba la nueva sinagoga. En el siglo XIV la aljama placentina podría contar con unas 200 familias (entre 900 y mil habitantes). La nueva Sinagoga estará en funcionamiento hasta la expulsión hebrea de 1492, fecha en la que se realizó su última asamblea. Aquel 1492, ante el decreto de expulsión los judíos trataron de vender sus propiedades antes de abandonar Plasencia definitivamente y desplazarse a Portugal.
Existen referencias constantes en Plasencia respecto a su judería y cementerio, sobre sobre todo entre los siglos XII y XV. La mayor parte de los documentos referentes al camposanto se fechan durante el proceso de expulsión que culmina en 1492, con el cierre definitivo de la necrópolis. El cementerio hebreo se ubicó a extramuros de la ciudad en la zona de El Berrocal, allí según marcan la Ley judía se construyó:
· en un lugar que habría permanecido virgen
· situado en pendiente
· orientado a Jerusalén
· a las afueras de la ciudad, pero con acceso directo desde la judería para evitar que los entierros discurriesen por espacios cristianos.
Tal y como hemos mencionado, los judíos trataron de vender todas sus propiedades y el cementerio hebreo fue una de ellas, en este caso fue malvendido el 21 de mayo de 1492 por parte de la aljama placentina en la persona de Yuçé Caçes al deán de la Catedral, Don Diego de Jerez por 400 reales de plata (un precio realmente bajo). En la escritura se detalla la venta:
“Los honsarios de los judios de la dicha aljama asy viejos como nuevos que tenemos y la dicha aljama tiene en el Berrocal desta çibdad, con toda la piedra e canteria que en ellos esta e en cada vno dellos labrada y por labrar, asy sobre las sepolturas e enterramientos que esta en los dichos honsarios.”
A partir de 1492 los Reyes Católicos autorizaron que las piedras de los cementerios judíos pudieran ser reaprovechadas como material de construcción por lo que las lápidas que cubrían las tumbas fueron vendidas a particulares que los emplearon como elementos constructivos. Como curiosidad decir que en la construcción del convento de San Vicente Ferrer se utilizaron lápidas procedentes de este cementerio.
En 1496 el deán vende el cementerio a la ciudad, en 1510 el cementerio forma parte ya de los baldíos del ayuntamiento y en 1877 A. Matías Gil nos describe el estado en el que se encuentra el osario hebreo:
“Hoy mismo pueden verse unos veinte y tantos [sepulcros] abiertos y agrupados... presentando la forma del cuerpo humano envuelto en el sudario hebreo; son una caja abierta desde los pies á los hombros en la forma de ataud, y otra caja abierta en la misma piedra y unida á la anterior recibia la cabeza del cadaver, que luego se cerraba con una losa que cubria este deposito para lo que tenia sus rebajes en todo el borde.”
Actualmente una veintena de sepulcros antropomorfos excavados en la roca son el único vestigio real del pasado judío de Plasencia, esta necrópolis es uno de los pocos cementerios hebreos que se conservan de la España medieval.
A pesar de que la Junta de Extremadura acometió en 2009 un proyecto para la puesta en valor del cementerio y consiguió recuperar las tumbas, poco a poco el camposanto hebreo ha vuelto a caer en el olvido. La dejadez en su limpieza y mantenimiento ha provocado que el lugar se encuentre prácticamente engullido por la maleza, esto unido a la presencia de vándalos incívicos que re reúnen por la noche para beber ha producido importantes daños en él como derribo de balizas, vallado roto o carteles informativos destrozados.
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