En Cabezuela del Valle, hace ya muchos años, dos arrieros tuvieron en enfrentamiento verbal que desembocó en una brutal pelea navaja en mano. Uno de los muleros era Cabezueleño y el otro forastero, el mulero local terminó con la vida del foráneo de un profundo navajazo en el abdomen. Mientras éste agonizaba en el suelo le dijo que se vengaría de él en Jerez de la Frontera. Estas palabras desencadenaron la risa del asesino.
Pasó mucho tiempo y el arriero homicida se olvidó del asunto, cierto día se encontraba realizando un largo viaje por el sur de la península y tuvo que hacer noche en Jerez de la Frontera. A la mañana siguiente, antes de partir compró en una carnicería la cabeza de un carnero para que se la asaran en la posada donde se encontraba alojado. El carnicero se la envolvió en papel de periódico y el mulero se fue guardándosela bajo el abrigo. Comenzó a andar dirección a la posada sin darse cuenta de que del abrigo iba chorreando tal cantidad de sangre que iba formando un reguero, esto puso en estado de alarma a los viandantes con los que se fue cruzando. Escandalizados dieron parte a la justicia y cuando los oficiales se encontraron frente al arriero le pidieron que les mostrase lo que llevaba bajo el abrigo.
Al abrir el paquete envuelto en papel de periódico, apareció la cabeza ensangrentada de una persona, inmediatamente le vino a la cabeza la maldición que le habían echado años atrás. Por más que juró y perjuró que esa cabeza no era suya y que lo que llevaba era la cabeza de un carnero, el homicida fue detenido.
Posteriormente fue juzgado y ahorcado, pagando así el terrible crimen, como su victima le había advertido años atrás.
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