En plenas Hurdes, concretamente cerca de la alquería de Aceitunilla nos encontramos una laguna conocida como “La Madroñosa”, en aquel lago, a mediados de los años 30 del pasado siglo Pedro Martín vivió una experiencia que cambiaría su vida para siempre.
Según le contó su hijo a Iker Jiménez, cierto día Pedro se encontraba bañándose plácidamente en la laguna, nadaba hacia la orilla cuando pudo observar un extraño pez gigante sumergido bajo él lo que le hizo acelerar el ritmo para salir cuando antes. No hizo nada más que llegar a la orilla y dirigir su vista hacia la laguna, en aquel momento un escalofrío recorrió todo su cuerpo: a unos diez metros de él una extraña criatura gigante de aspecto similar a una sirena, nadaba superficialmente realizando movimientos en zigzag. Se mantuvo unos segundos observando a aquella enigmático ser, el cual describió como un anfibio gigantesco de unos diez metros, color grisáceo, con aletas que parecían estar a medio formar y una larga cola gruesa, pero sin duda lo que más le impacto a Pedro fue su rostro, pues el anfibio tenía una cara con grandes similitudes a un rostro humano pero totalmente deformado, muy plano y con la mirada de una persona que se encuentra muy triste.
"A mi padre se le heló la sangre cuando vio una cara humana totalmente deformada, muy plana, pero con mirada triste de persona en aquel cuerpo de animal
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