A finales del siglo XVIII en la calle Real de Orellana la Vieja vivió una mujer muy pobre, de ella se decía que no era una mujer decente, oscura y resentida vivía con su gato negro, todos los vecinos la huían y contaban que en su casa eran habituales los tratos y trapicheos y que incluso tenía drogas como la mandrágora o el estramonio.
Su nombre era Calamanda y era conocida en el pueblo como “La Buha” (La Bruja) por su condición de persona oscura y porque parece ser que se dedicaba a hacer pócimas y conjuros por encargo.
Cierto día, junto al río Guadiana, en la zona conocida como el Retamal de las Brujas, (lugar donde buscaban las hechiceras las retamas para confeccionar sus escobas), Calamanda se reunió con otras brujas en un aquelarre, estando seguramente bajo los efectos de algún tipo de droga psicotrópica quisieron que el mismísimo Satanás viniera a presidir la fiesta, pero al invocarlo, produjeron un incendio y el fuego sembró el desconcierto en la reunión, la mayor parte de las brujas murieron quemadas esa noche, a excepción de La Buha que huyendo del fuego quiso quitarse la vida en el río Guadiana pero murió antes despeñada por un barranco de la zona.
Pero no solamente “La Buha” pululó por el pueblo, también un fantasma habitó el castillo de Orellana. Allí vivió la familia de Los Valdivia, que abandonaron la fortaleza atemorizados por la presencia de un fantasma que habitaba entre sus muros, tras unos años de abandono el inmueble fue comprado por Pedro de Soto quien cohabito unos años con el espectro, hasta que cierto día el fantasma desapareció, justo el mismo día que apareció muerta “La Buha”.
Curioso el paralelismo entre la muerte de “La Buha” y la desaparición del fantasma, pero ¿Murió La Buha por la huida del fantasma del castillo o huyó el fantasma por la muerte de La Buha?
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