A las afueras de Trujillo, junto a un polígono industrial que se encuentra situado entre las carreteras N-V y A-5 localizamos la ermita de Santa Ana y su pósito de grano.
Este templo fue mandado construir en 1.731 por el obispo de Plasencia D. Fray Francisco Lasso de la Vega y Córdoba, quien eligió como ubicación para esta ermita unos terrenos situados junto al Camino Real de Andalucía. Del mismo modo se decidió levantar junto al templo un pósito de grano con el fin de guardar trigo y otros alimentos que poder repartir entre el pueblo durante las épocas de escasez.
El edificio, de carácter sobrio, lo podemos calificar como barroco temprano o post-escurialense, se resolvió con una única nave soportada por cuatro contrafuertes en planta con forma de cruz latina. El crucero lo cubre una cúpula hemisférica y a ambos lados de la cabecera se abrieron dos sacristías. En el interior se conservan algunos estucados y esgrafiados mal conservados. Sobre la portada encontramos el escudo de granito del mecenas de la obra coronado con capelo y cordón episcopal. Respecto al pósito, nada más entrar nos encontramos con un zaguán, el edificio está estructurado a través de un amplio y largo pasillo donde se abren a cada lado distintas estancias. Un blasón similar al de la ermita se encuentra también en su fachada.
El templo tuvo culto hasta la llegada de las tropas napoleónicas durante la Guerra de la Independencia que provocaron importantes destrozos y su saqueamiento. La espadaña de granito y la campana fueron retiradas antes de la llegada de los franceses. La espadaña se conserva en el patio de armas del castillo de Trujillo y la campana en la Iglesia de Santa María.
Actualmente el edificio religioso presenta un gran deterioro ya que ha sido y es objeto de múltiples actos vandálicos: grafittis, paredes quemadas, basura y restos de botellones se amontonan en su interior. La cubierta de la sacristía izquierda se encuentra caída y la del resto del edificio en mal estado. El pósito presenta aún mayores problemas de conservación pues se ha perdido la mayor parte de la techumbre lo que provoca que su interior esté lleno de basura y vegetación.
Tal y como hemos dicho, quizá los desperfectos que más hipotequen la salud futura del templo y sean los responsables de esta paulatina degradación sean sus cubiertas, ya que las inclemencias del tiempo azotan con violencia su interior, además nos de encontrarnos con el vandalismo y el expolio.
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