En este pequeño pueblo, en el siglo XVII, vivía una familia adinerada, los Marqueses de la Casa de Mena (Beatriz Núñez Rodríguez, Ambrosio Rodríguez-Zenteno Chacón y su hermano Diego)
Estos querían construir una capilla en la iglesia de Santa María Magdalena, pero el pueblo le puso como condición para ello, depositar una piel de buey llena de monedas de oro.
Una vez depositadas las monedas, la capilla fue construida, pero los marqueses, no contentos con verla vacía, quisieron que allí estuvieran las imágenes de Santa Gema, San Diego y la de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Para conseguir esta última imagen la familia tuvo que marchar a Badajoz, donde después de varios días de búsqueda no consiguieron encontrar ninguna que fuera de su agrado.
Al regresar al pueblo y por el camino se encontraron a un anciano vestido de blanco y con unas enormes barbas blancas, el cual les dijo que él sabía dónde podían encontrar lo que buscaban, indicándoles la dirección de un convento de monjas en Badajoz, después, el anciano desapareció.
De nuevo, la familia volvió a la capital pacense y fue al lugar que el anciano les había indicado, allí pudieron ver la imagen de Jesús Nazareno que tanto anhelaban, por lo que decidieron comprarla.
El precio era, literalmente, su peso en oro, por lo que la colocaron en una balanza para poder conocer su importe, pero entonces, sucedió algo inesperado, la balanza se equilibró de tal manera que solamente marcó una onza de oro.
Contentos a la vez que asombrados, los marqueses regresaron a Esparragosa de la Serena pudiendo colocar la imagen de Jesús Nazareno en la capilla, hoy en día se puede observar la imagen en la capilla. La ermita alberga los enterramientos de los marqueses. (Beatriz, Ambrosio y Diego.
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